CAPÍTULO III
"En las montañas de la locura"
Este capítulo está basado en la novela "En las montañas de la locura" de H.P. Lovecraft.
15/10/5142/fecha Terra
El 15 de mayo del 5142, los Vigilantes, esferas de alta tecnología diseñadas por los terrícolas para vigilar las nueve galaxias conocidas, detectaron, en la galaxia Everesuto, la aparición repentina de una masa cerca a una estrella solitaria. Con gran asombro, los científicos encargados de analizar el material visual enviado por los vigilants hasta el Domo Nautylus Terra, descubrieron que aquel cuerpo celeste era, visualmente, muy similar a la Antártida, un continente terrestre succionado por Charybdis en 5018. Las condiciones climáticas y atmosféricas del continente perdido parecían ser idénticas a la Antártida de algunos milenios atrás, como si el tiempo y la devastación no la hubiesen afectado, y aún más misterioso, por alguna razón desconocida para los científicos, las esferas vigilantes, contra toda orden, no descendieron a tomar muestras físicas de aquel pedazo de materia blanca y azulada que orbitaba, contra toda naturaleza, una estrella de poca luz. ¿Cómo podría un pedazo de tierra y hielo flotar en el universo sin un Domo que mantuviese su estabilidad? ¿Cómo podría mantener las mismas condiciones físicas y climáticas sin ser parte del planeta Tierra y sus particularidades? Éstas, y muchas otras preguntas, fueron las que obligaron a los científicos más destacados de la humanidad existente a emprender una expedición.
El 30 de agosto partió el Arkham, nave espacial de tránsito rápido, con La expedición Miskatónica a bordo: diez científicos altamente capacitados en física, química, geología, biología, paleontología, entre otras ciencias; también cuatro ingenieros expertos en mecánica y tecnología de punta y, por último, cinco grandes guerreros con las habilidades más descomunales y poderosas jamás vistas, éstos enviados como precaución ante cualquier adversidad. La expedición tardó un mes en avistar, por fin, la misteriosa Antártida. Toda la misión era transmitida en vivo y en directo a la base principal del Domo Nautylus Terra, con Shinow al mando, director absoluto de todos los Domos. Todo iba de maravilla hasta que, a 28 kilómetros de hacer contacto con el suelo antártico, el Arkham dejó de transmitir cualquier señal, como si hubiese desaparecido por completo, sin dejar rastro. Se sabe que la nave aterrizó porque los Vigilantes, una semana después, lograron fotografiarla intacta en la superficie del continente blanco.
Bajo la sospecha de algún campo electromagnético que inutilizara cualquier motor o mecanismo, el consejo del Domo Nautylus Terra decidió enviar otra expedición, esta vez, mejor equipada, con la misión de traer de vuelta, sana y salva, la expedición anterior. Así, fueron reclutados los mejores científicos y guerreros de las nueve galaxias conocidas bajo la promesa de una gran recompensa. Además, se dio libertad para quien quisiera enlistarse y participar en la búsqueda extraterrestre. Fue así como los personajes más diversos, con habilidades y capacidades inimaginables resultaron a bordo del Massachusetts, nave enorme y ferozmente rápida, modificada con tecnología aleryana. Finalmente, el 15 de octubre del 5142 la Antártida fue avistada por la segunda expedición McMurdo. Con gran decepción, el equipo de la base Nautylus Terra descubrió que a los mismos 28 kilómetros el Massechusetts perdió toda comunicación, también como si se hubiese esfumado. Tras esfuerzos vanos, la base terrícola decidió esperar sin enviar más expediciones, tan sólo cientos de Vigilantes al rededor del extraño y blanquecino cuerpo celeste.
La expedición logró descender con dificultad, pues los motores se apagaron a kilómetros de un aterrizaje exitoso, sin embargo, ninguno de los tripulantes sufrió heridas graves. Los catorce miembros de la misión intentaron desesperadamente hacer funcionar cualquier aparato electrónico o mecanismo, pero los esfuerzos fueron vanos. Frustrados, los tripulantes descendieron de la nave, encontrándose con nada más que un eterno horizonte de nieve y una espantosa bruma gris que parecía cubrirlo todo a manera de muros lejanos. Algunos, con sus vistas penetrantes, lograron vislumbrar a lo lejos una mancha cobriza, pero Ligth, la capitana suprema del planeta Kalion, con su vista excepcional, descubrió que aquella mancha era la nave Arkham de la anterior expedición. Así pues, caminaron rumbo a la nave cobriza.
Arkham estaba intacta, tan sólo unos pequeños brotes de nieve cubrían su base. El interior de la nave estaba desolado, ni siquiera habían dejado provisiones; los aparatos electrónicos tampoco funcionaban, pero, Katsuki encontró una nota que alguien había dejado escrita a mano:
"Logramos aterrizar a salvo, pero ningún aparato funciona, tampoco la gasolina enciende con ningún fuego, parece como si todo hubiese perdido su naturaleza. Hemos recorridos los alrededores sin encontrar nada más que nieve, hielo y algunos pedazos de roca oscura. Por lo menos el fuego derrite la nieve y tenemos así cantidad inagotable de agua...
A la segunda semana, un día donde el horizonte se despejó completamente, libre de aquella endemoniada niebla gris, vislumbramos a lo lejos, hacia donde la brújula apunta al norte, unas montañas colosales, incluso mucho más altas que el Himalaya. Uno de nuestros científicos utilizó su lente especial y aseguró que en la cúspide de uno de los picos de las montañas se encuentra una torre, quizá construida por los humanos tiempo atrás. Así que, hartos de estar acá, decidimos encaminarnos hacia la torre con la esperanza de encontrar algún medio de transporte que pueda sacarnos de este infierno."
Katsuki leyó la nota en voz alta a oídos de toda la tripulación, y así, tomaron la decisión unánime de marchar hacia la torre, con el fin de encontrar la expedición perdida y de alguna manera regresar juntos al Domo. Tomaron todas las provisiones y utensilios que quizá serían de ayuda durante el trayecto y abandonaron la nave. Aunque las montañas no eran visibles aún, caminaron siempre hacia el norte. La luz tenue y azul de aquella estrella solitaria mantenía una especie de noche eterna, sin embargo todo podía verse con claridad; aún así, Light, creó cuatro enormes esferas de luz, situando a cada una en los diferentes puntos cardinales, allá, lejos en el cielo. Así pues, la tripulación pudo seguir su camino con más confianza.
Tras una larga caminata, sin manera de contar el tiempo, el sueño comenzó a agotar a los caminantes, así pues, decidieron levantar campamento, pero el frío era tan aterrador que ninguno lograba conciliar el sueño. Entonces, Katsuki, con su habilidad de transformar los aparatos tecnológicos e inteligentes, pidió a toda la tripulación sus dispositivos electrónicos inservibles para construir un gran calefactor, y así todos descansaron al rededor de aquella maravilla que les hizo olvidar el frío por un buen tiempo.
Algunos lograron dormir profundamente, otros estaban tan alertas que tan solo descansaron sus cuerpos. En medio del silencio y después de, quizá horas, pues no tenían cómo medir el tiempo, Katsuki escuchó un aullido, un lamento aterrador en medio de la oscuridad y el frío inacabable; escrutó la noche con su vista nocturna, sin embargo nada vio. Cuando todos estuvieron listos para seguir la marcha, encontraron unas pequeñas huellas, típicas de un perro de trineo, seguramente de la expedición Miskatónica. Decidieron seguir el rastro, pero terminaba abruptamente, como si el pobre animal hubiese sido arranco del suelo por una fuerza enorme y desconocida.
De un momento a otro comenzó a temblar suavemente, mientras una grieta en el suelo congelado se habría paso entre los pies de la tripulación. Fue tan rápido que tan sólo los que poseían la habilidad de volar, como Murasaki, Katsuki, Kimito, Light, Schtiel, y otros, lograron no caer; Fun Flower, gracias a su habilidad de controlar el hielo, sacó un bloque de la pared helada que la recibió sin sufrir el menor daño. Los demás se precipitaron hacia la oscura e inquietante profundidad, sin embargo, fue más el miedo, pues cayeron en una suave capa de nieve. Con asombro descubrieron en las paredes del abismo unas extrañas marcas triangulares talladas en la dura roca de color negro.
Shinow y Murasaki examinaron la roca helada con sus instrumentos científicos y dataron su edad con asombro e incredulidad, la roca había sido tallada finamente hace más de cuatro mil millones de años, eso sólo podía significar una cosa: las criaturas que imprimieron las figuras en la pared helada no fueron humanas, de hecho, en un tiempo tan remoto la vida en la tierra era escasa o inexistente. Mientras Murasaki y Shinow comunicaban los hallazgos a sus compañeros de expedición, un cuerpo extraño cayó del cielo oscurecido robando la atención y el horror de todos, pues era un cuerpo, de algún animal quizá; sus órganos y masa interior estaban expuestos, sin rastro de huesos, como si una mano, o extremidad, enorme y fortísima hubiese arrancado desde dentro el esqueleto de la pobre criatura y al halar con tanta fuerza, lo de dentro quedara hacia afuera.
Tras varios análisis, después de la conmoción, los científicos informaron a la expedición que el cuerpo pertenecía al mismo perro que dejó las huellas. Ciertamente el esqueleto había sido arrancando con fuerza desde dentro, y al hacerlo, aquel ser despiadado dejó un rastro de sí mismo en el cuerpo despellejado, una sustancia cremosa, de color ocre oscuro, la que tras haber sido analizada, arrojó resultados sorprendentes. Aquel ser poseía ADN similar al de las criaturas marinas, especialmente de moluscos, sin embargo, también poseía ADN desconocido, pero, que sin lugar a dudas, daba cuenta de una enorme inteligencia, superior a la humana.
El cuerpo del perro había caído desde lo alto, quizá aquel horripilante y misterioso ser podía volar, idea que aterró a todo el equipo. Katsuki, quien cargaba a sus espaldas el enorme calefactor, decidió transformarlo, gracias a su gran poder, en una especie de faro minúsculo, pero potente, que iluminó el cielo escrutando cada nube. Sin preverlo, una enorme sombra surcó el cielo en dirección al norte, pareció dispuesta a dejarse ver por los integrantes de la expedición, para alimentarse de su miedo; eso fue lo que pensaron algunos de ellos. Tras un largo debate, la tripulación del MCmurdo decidió, unánimemente, seguir su travesía hacia el norte, con el fin de cumplir la misión inicial: rescatar a la expedición Miskatónica y devolverla con vida al Domo Nautylus Terra.
Así pues, aterrados y sin separarse, caminaron abriéndose paso a través de la gruesa y fría nieve. Tras muchas horas, no sabían cuántas, vislumbraron, al pie de lo que parecía ser la ladera una enorme cordillera, un campamento. Avanzaron sin descansar hasta llegar al lugar; encontraron varias carpas grandes, dispuestas con maquinaria pesada de perforación, mesas, instrumentos de análisis de muestras y más. Otras eran dormitorios y lugares de reunión. Al este del campamento se encontraba un domo espacial espacioso y muy alto, sus paredes parecían haber sido rasgadas de arriba abajo, y todo cuanto había adentro estaba destruido. Fun Flower, la joven capitana del planeta ______, poseída por una enorme curiosidad, revisó cada rincón del domo, encontrando así los restos de un diario. Antes de leerlo para sí misma, su honor le impulsó a reunirse con los demás y leerlo en voz alta, para todos.
Día 3 en el campamento
Gracias a la avanzada tecnología geológica y sus máquinas de perforación láser, después de días enteros perforando las gruesas rocas y el inescrutable hielo, a unos 500 metros de profundidad, hallamos una criatura congelada, quizá por miles de años, petrificada en el tiempo. El profesor Boris Brown, con ayuda de la maquinaria de corte y carga, transportó a la bestia hasta la base del campamento para someterla a los estudios pertinentes.
Día 4 en el campamento
El profesor Brown y yo estudiamos minuciosamente a la criatura, encontramos que su antigüedad data de 4.100 millones de años, esto nos sorprendió enormemente, pues se supone que para ese tiempo aún no existía la vida en la tierra, mucho menos tan desarrollada, pues el organismo contaba con 4 pares de ojos, una cabeza similar a una estrella de mar, siete extremidades similares a las de un pulpo, un estómago enorme y una musculatura jamás antes vista, este ser podría tener la fuerza de mil elefantes juntos… Decidimos llamarlo Harry Popper, ¿Por qué? No lo sé.
Mientras continuábamos estudiando a Harry, otros geólogos hallaron 4 criaturas más, idénticas a él. Pero, descansaremos, estamos completamente agotados.
Día 5 en el campamento
Tan sólo encontramos Harry, donde lo dejamos, seccionado en varias partes para su estudio. Pero los otros 4 no están… donde los dejamos antes de ir a dormir tan sólo encontramos un charco de hielo derretido y una extraña sustancia pestilente, de color ocre oscuro, olía como a gasolina. Alguno de los chicos dijeron haber escuchado extraños ruidos más allá de las luces del campamento mientras trataban de dormir, seguiremos investigando….
Aterrorizados, después de escuchar la lectura del diario, las miradas del grupo escrutaban cada rincón, el cielo, la cimiente de las montañas ocultas por la espesa niebla gris; trataban de guardar silencio absoluto como si en cualquier momento algún ser, reptando en la oscuridad, les atacara de improvisto. En uno de los cuartos de análisis del domo encontraron aquel cuerpo diseccionado del que hablaba el diario, era Harry, tan colosal, impresionante, asqueroso y terrorífico como jamás se habían imaginado criatura alguna.
Armándose de valor, Shinow, Seigiro y Fun Flower decidieron explorar el ala este del campamento, allí encontraron, al pie de las montañas, cuatro extrañas excavaciones de forma triangular, similar a una estrella. Al acercarse contemplaron con horror que tres de estos orificios estaban ocupados por tres enormes criaturas idénticas a Harry, yacían inertes y desparramadas sobre el fondo sinuoso de foso. Fun Flower arrancó, sin dificultad, un pedazo del hielo del tamaño de la palma de su mano y lo arrojó a la criatura que yacía en la profunda estrella del lado derecho. Nada sucedió, el silencio era inquietante. Animado por la acción de la chica, Seigiro tomó un pedazo de roca negra que se había desprendido de la ladera de la montaña y la lanzó con fuerza a lo que parecía ser el rostro de la criatura que ocupaba la fosa de la izquierda.
La quietud fue violentamente arrebatada por un temblor que parecía originarse en el mismo centro de la tierra, provenía de todas partes, incluso el aire parecía temblar. Un colosal tentáculo agarró uno de los bordes perfectamente tallados de la tumba, seguido de otro, y otro tentáculo que se apoyaban con fuerza para levantar el enorme cuerpo que aún estaba tumbado. Los tres exploradores sudaban al ver la macabra y escalofriante escena; los cuatro pares de ojos de aquel monstruo rebotaban de un lado a otro hasta que se posaron fijamente en el director del Domo Nautylus Terra. Shinow, como dominado por una fuerza superior, avanzó hipnotizado hacía la criatura que ya había escapado de la profundidad elevándose imponente y poseída por una ira palpable. Shinow entró en un trance que le permitió ver escenas de una era remota, inexistente para los humanos. Un paisaje tropical coloreaba cada rincón de una excéntrica ciudad construida con formas geométricas imposibles de concebir para un ser humano. Enormes edificios de un color opalescente, puentes en forma de espiral, callejuelas que subían y bajaban, adentrándose y encorvándose en la ciudad. El lugar estaba poblado por estas extrañas criaturas similares a pulpos andantes, parecían pacíficos, hablaban entre ellos y dejaban entrever una inteligencia sin límites. Unos seres diferentes, pero igualmente horribles y enormes, les seguían y hacían lo que ellos les pedían, Shinow entendió que eran sus exclavos.
La visión se trasladó al interior de uno de los edificios, la primer recámara estaba vacía pero abría paso a un túnel que se internaba en las profundidades de la tierra. Mientras Shinow descendía contemplaba con asombro exquisitos bajorrelieves que adornaban cada pared del túnel hasta llegar a una saliente que llevaba a la profundidad del mar. Justo en ese momento, la visión cambió a una escena terrible, donde los pulpos eran perseguidos, destrozados y aniquilados por sus esclavos y terminó el trance. Shinow infirió que estos seres habían habitado la tierra hace eónes y fueron extintos por sus propios esclavos revelados. Ahora, los únicos sobrevivientes que permanecieron congelados en el tiempo y sobrevivido a Charybdis, habían sido asesinados por los humanos, el director pudo entender la ira y el dolor de aquel pobre ser. En ese momento la colosal criatura se desplomó dentro de su tumba y murió. Los tres exploradores regresaron al campamento y contaron a sus compañeros lo sucedido. Sabían que quedaba un Harry con vida, quizá el que cavó las tumbas de sus compañeros y que estaba furioso con los humanos.
Ligth, la capitana del planeta Kalion, se armó de valor y fue a explorar en soledad el ala oeste del campamento, halló unas huellas enormes que dejaban un rastro de sangre. Las siguió hasta una cueva que emanaba un olor pútrido e insoportable, aún así, entró. Iluminó la oscura cueva con su poder lumínico y al ver lo que yacía en el suelo hediondo, se desmayó. Sus compañeros se preocuparon tras su larga ausencia, así, Kimito fue a buscarla. Halló el mismo rastro y lo siguió llegando a la cueva, utilizó su grito de fuego para iluminar el interior y vio un montón de cuerpos humanos despedazados y roídos; el hedor era insoportable, sin embrago, Kimito no sucumbió ante la imagen, pues había asesinado a tantas personas en su vida que un poco de sangre y cuerpos a medio comer no le alterarían. Arrastró a Ligth, inconsciente, hasta el campamento, cosa que no fue fácil, puesto que la Nerinderiana sobrepasaba los 2 metros de altura.
Una vez reunidos todos en el campamento abandonado, Murasaki sacó de su mochila un mapa mágico, el que jamás había sabido utilizar, pues la chica posee un terrible sentido de la ubicación. Así pues, el mapa inicialmente era tan sólo una hoja en blanco, pero comenzó a dibujarse, iniciando por el campamento y esparciéndose como una mancha de tinta fresca. El mapa reveló una extensa cadena de túneles que atravesaba las montañas hasta una llanura interminable al otro lado de la cordillera.
Tras el relato de la visión de Shinow, el equipo decidió tratar de establecer comunicación con el quinto Harry y, además de disculparse, ayudarlo. Así fue como Katsuki, con su increíble poder, a partir del mapa y los aparatos electrónicos que encontró en el campamento, creó un radar de búsqueda GPS que funcionaba con muestras de tejido orgánico. Entonces tomaron un pedazo de tejido del Harry diseccionado en el laboratorio y una muestra de la sustancia ocre que hallaron en la nieve.
El radar mostró dos puntos titilantes en los túneles que avanzaban a gran velocidad (uno verde y otro rojo) uno tras de otro, como la recreación de una caza prehistórica. Todos sabían lo que eso significaba, la sustancia ocre correspondía a las criaturas esclavas, las mismas que devoraron a la expedición Miskatónica y acabaron con la existencia de los Harrys; era ese el punto rojo que perseguía al punto verde, al último Harry. Así que la expedición, sin esperanzas de volver con vida a sus mundos, decidieron, con todas sus fuerzas ayudar al gigantesco molusco. Se dirigieron sin vacilar hacia la raíz de la montaña, aparentemente no había entrada, pero el mapa reflejaba los túneles zigzagueantes que se internaban, en la eterna inmensidad de la montaña. A un costado de la ladera más escarpada del montículo, descubrieron una nave vieja, de funcionamiento obsoleto para esos días de avanzada tecnologías.
Sorprendentemente la nave funcionó, aunque con algunas dificultades, pues tan sólo Thian pudo descubrir la manera de cómo hacerlo, pero el control de mando era demasiado alto para él, pues mide tan sólo un metro con sesenta centímetros, así que Kimito, puso bajo sus pies una roca con forma de ladrillo lo suficientemente alta para que el piloto estuviera cómodo y sin problemas. Subieron en línea recta por la falda empinada de la montaña, parecía interminable y, lo que todos temían sucedió. El extraño combustible, o lo que sea que hiciera funcionar la nave, se agotó. Thian logró maniobrar con excelencia la máquina, pasaron a tumbos la cumbre hiriente de la montaña y llegaron al suelo blando y blanco del otro gracias a un mecanismo de aterrizaje natural de la nave.
Lo que vieron les impactó desde el improvisado descenso. Una llanura interminable se extendía hacia el horizonte gris y gélido. Miles, quizá millares, de extrañas construcciones oscuras y rocosas, petrificadas en el tiempo poblaban la gran planicie. Puentes espirales y cóncavos edificios parecían surgir de la nieve espesa como el antiguo estallido de pequeños volcanes primigenios. La ciudad estaba visiblemente abandonada, inhabitada desde inmemorial tiempo atrás. Los seres que caminaron, reptaron... o simplemente habitaron, a su manera, esta incomprensible metrópolis de ángulos imposibles para el ser humano, parecían ya no existir, aunque muy dentro de cada uno de los expedicionarios palpitó la posibilidad de que no fuese ese el caso.
Sin perder tiempo, Murasaki señaló una entrada pequeña (quizá por el acumulamiento de nieve tras una eternidad) que parecía cercana, según el radar, a los dos puntos que sin descanso atravesaban los túneles bajo la montaña. Todos corrieron y se adentraron en la gruta. El olor pestilente de la sustancia ocre los inundó de nuevo, cada vez más fuerte mientras se adentraban en la oscuridad. Light usó su poder lumínico para mostrar el camino, cada uno de los integrantes fue acompañado, cada instante, por una pequeña esfera de luz blanquecina que iluminaba sus pasos y más allá.
La recámara principal era cóncava y sin techo visible. Los muros completamente lisos aún dejaban entrever los rastros de viejos bajorrelieves que fueron atenuándose conforme descendían por el túnel. ¡Allí estaban! Los grabados en la roca eran dibujos acompañados de extraños símbolos que intuyeron era su lenguaje escrito. Miles de recreaciones de los pulpos gigantes narraban la historia de vida, de esta extraña especie, desde su llegada a este planeta, hasta su "partida". Aún anonadados por la exquisitez de cada trazo y lo avanzado de aquella cultura, los exploradores se toparon de improviso con un animal que se creía extinto hace miles de millones de años en la tierra, era un pingüino prehistórico, ciego por naturaleza y tan alto como un humano. Pululaban de aquí para allá sin dejar de emitir un sonido torpe al entreabrir su extraño pico. Parecían asustados, huían de algo, el suelo retumbaba como si algo se acercara a gran velocidad