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Después de miles de años de existencia, los humanos habían logrado por fin convivir amigablemente con la naturaleza nativa de su planeta Tierra, cuidándola y al mismo tiempo beneficiándose de ella. Era la época del esplendor, la paz y la prosperidad. Los bienes naturales que les proveía su planeta eran repartidos equitativamente entre todas las poblaciones, pues todos los habitantes trabajaban en conjunto para el bien de todos. Así mismo, los avances tecnológicos eran extraordinarios, pero no perjudicaban en nada a la vida del planeta, todo lo contrario, la beneficiaban. 

Transcurría tranquilamente el año 5018. Aquella tarde, la lluvia azotaba los caminos y los techos verdes cubiertos de hojas y flores. Las nubes gruesas y grises cubrían la luz del sol en un atardecer opaco y triste. De repente, el cielo se tornó más oscuro, negro profundo, las estrellas y nebulosas podían verse tan cerca que parecían al alcance de la mano. Algo comenzó a succionar todo; casas, edificios, bosques, máquinas, tierra, humanos, animales, mar, lagos, la luna, todo sin excepción alguna. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tan rápido como comenzó, terminó. Ese fue el fin de los planetas Tierra y Venus, ambos succionados y destruidos por un misterioso y enorme agujero negro. Este agujero fue llamado Charybdis (en honor al monstruo mitológico  que habitó los mares griegos de la antigüedad) por los japoneses supervivientes al desastre. Tan sólo Japón sobrevivió al ataque de Charybdis, pues estos construyeron, durante cientos de años, un Domo de alta tecnología al rededor del país que se erigiría automáticamente en el momento que este gran desastre, predicho hace miles de años por el profeta Ozro, se acercara a la Tierra.

 

Fue Japón el único país independiente del planeta Tierra que se tomó en serio la predicción del profeta muerto hace milenios, los demás lo consideraron pura fantasía. La profecía decía que (espacio reservado para Estefanía). Así fue pues como, tras el desastre, los seres humanos lograron preservar su especie en el Domo Nautylus Terra, que no sólo protege a la isla Nippona, sino también a gran parte del antiguo Mar del Japón. Comenzó así el año 1 de la nueva Era, la era de los Domos; el nuevo calendario es exactamente igual al calendario solar y los días y las horas se cuentan de la misma forma que antaño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque la atmósfera natural de la Tierra fue destruida por Charybdis, la tecnología super desarrollada permitió crear una atmósfera artificial que posibilitó vivir en las mismas, o mejores, condiciones anteriores a la catástrofe, tanto así que los animales y las plantas se reprodujeron en demasía y la pequeña isla y el antiguo Mar del Japón no bastaron para albergar la vida desbordante que, en busca de supervivencia, se aniquilaba a sí misma. Así fue como en el año 15 de la Era de los Domos, el primer director supremo del Domo, el señor Osuka, comenzó la construcción de naves gigantescas que permitieran el transporte apto y seguro de las especies terrestres a otros planetas con condiciones de vida similares o iguales a la Tierra. A su vez, envió grandes expediciones a explorar galaxias y planetas lejanos para identificar posibles viveros donde la vida silvestre de la tierra pudiese florecer sin obstáculos. 

A lo largo de dos décadas, las expediciones enviadas en busca de vida encontraron, sin duda, planetas con las condiciones indicadas para la supervivencia de las especies terrestres y acuáticas en peligro, sin embargo, algunos de estos planetas ya estaban habitados por vida inteligente; unos permitieron amistosamente la introducción de las nuevas especies y otros pelearon fieramente para defender sus planetas de los invasores. Así sucedió la peor masacre registrada en la nueva historia, pues los terrícolas, en su afán por encontrar un nuevo hogar para plantas acuáticas, atacaron cruelmente el planeta Alery, ubicado en la galaxia Haspe, pues los nativos de este lugar se rehusaron a colaborar con los recién llegados y su misión. Los Alerianos son una raza fiera e inteligente, poseen en sus genes un conocimiento infinito sobre tecnologías, así que, la batalla librada el año 36 de la Era de los Domos en el planeta Alery, fue una matanza sin precedentes donde toda la superficie del planeta quedó destruida e inhabitable, la expedición terrícola fue eliminada por completo y tan sólo unos cuantos Alerianos lograron escapar en sus naves invisibles para cualquier ojo e indetectables para cualquier radar. 

 

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